Tu luz

Una estrella me tocó el hombro y la magia de la palabra ha hecho nido entre nosotros.

Catálogo

Sé que estás allí sentada, imagino tu postura, tu mirada. Tu rostro alumbrado por la luz de neón del monitor. Tus gestos los tengo grabados en mi retina, tu olor juega con mi psiquis, me hace buscarte por la ciudad. Te ahnelo, cada pedazo de ti, incontables como los miles de cabellos de tu cabeza, los tengo bien definidos y recordados: sabores, colores, texturas, temperaturas, sonidos, todo está catalogado y definido.

Pero a veces, me gustaría perder la memoria y borrarte por completo de mi cerebro, de mi corazón, para tener la posibilidad de enamorarme de ti de nuevo, de conocerte otra vez, y empezar a clasificar en mi mente todo eso que te hace que seas mi gran amor.

Manos suaves, alma tosca

Él manoseaba mi cuerpo y yo disfrutaba el placer que eso me provocaba. Después se fueron complicando las cosas y se convirtió en acecho. Descubrí que esas suaves manos no correspondían con su alma.

30 macerados

Cuándo iba a pensar que un encuentro fortuito iba a movilizar tanto. Con mi picardía característica te dije aquel día "¿Bailas?" con mirada desafiante, según me lo recordaste. Antes ya había bailado con un hombre mayor, no hay mayor placer que generar celos apostando a la seguridad que trae consigo la estabilidad en un hombre maduro. Pero el objetivo eras tú. Así que te invité a levantarte y lo hiciste, dancé con un contorneo de caderas que se me hacía muy sensual, y me seguiste el juego. Cómo olvidar aquella mirada, con ese brillo de deseo cuando en un momento rocé mi cabello en tu cuello y respiré cerca de tu oído. Después te invité a dejarte en tu casa y también accediste, con esa seguridad que pese a tus 30 años tenías, esa seguridad en el manejo de las emociones, que a la larga es la que más cuenta. Y ya hace 4 años de eso, amor, y que sigamos brindando por muchos más.

Un poco de vino, un poco de sexo

A veces siento los pies pesados, como si la acera fuera un gran imán, mascullando mi mala fortuna en esta fea ciudad (aunque por lo menos es una ciudad) y es que ya son muchas duchas solo, el apartamento no se arregla por sí mismo, hay que ponerle algo de corazón, algo. Pero sin embargo todo va tomando su cauce poco a poco.

Es un día como para bailar, bailando envejecemos cada día mejor. Aún guardo como siempre las entradas de cine, las puse en mi corcho, como un relicario de las cosas que tocas. Las otras, las importantes, las guardo en la mente. Lo nuestro nunca será una tarde de tedio, siempre será café, cigarrillo y cerveza, nuestros brazos juntos, hacerlo todo horizontal, más mundano, humano, rico, un poco de vino, de sexo.

Tu cuerpo, mi sueño

Trato de sentir en mi piel la última vez que te tuve. Mejor me corrijo, que nos tuvimos, porque no fue cosa mía o tuya, sino de los dos. Trato de recordar el ambiente, la escena, como si se tratara de un teatro; Tú, desnuda, acurrucada en la cama, yo viendo tu cuerpo, la poca luz alumbrando la carne, que mis ojos jamás se cansarán de observar. Mis manos palpando el calor que emanas, mi sentido del olfato embriagado de tu olor de mujer. Mi lengua aún con tu esencia, dispuesta a beber más, por siempre conectado a esa fuente de maná que generosamente me diste. Mis oídos arrobados por tu dulce gemir, ti risa exquisita, ¡Dios, cómo amo ese sonido!

Te confieso que preparo nuestro próximo encuentro con cuidado, quiero que mis sentidos traduzcan todo lo que capten y lo envíen al cerebro sin que nada falte, que pueda tenerte como una estampa en mi mente, usaré cada poro de mi cuerpo, cada célula que lo conforma para disfrutar de ti y darte placer. Usaré todo, mi amada lejana, excepto la vista; te haré el amor como un hombre ciego que leerá el Braille de tu sexo, códice exquisito de amor y lujuria.